Extracto del capítulo VIII
de nuestro libro "PALABRAS PARA INDIGNADOS".
de nuestro libro "PALABRAS PARA INDIGNADOS".
¿Qué es este movimiento que las más jóvenes ven tan obsoleto sin entender que,si no fuera por él, no estaríamos ahora como estamos? ¿Qué pueden aportar las mujeres en su conjunto a una nueva sociedad?
En
primer lugar, el feminismo, según la periodista Concha Fagoaga “es un
movimiento de raíces ilustradas que permite a las mujeres conquistar un lugar
en la ciudadanía y un acceso a la educación y al trabajo productivo.” Visto así
no se entiende como tiene tantos detractores,
incluso dentro de círculos de mujeres profesionales y supuestamente liberadas.
También lo podedmos considerar como aquella creencia o actitud íntima con la
que las mujeres se pueden identificar, de forma pública o privada, que les
permite rebelarse ante las dificultades o ante las injusticias sufridas -de
índole laboral, familiar o social-, por el mero hecho de pertenecer al sexo al
que pertenecen. Creencia que les anima a actuar en consecuencia para combatir las
injusticias, eliminarlas y poder crecer con mayor libertad y seguridad.
El desarrollo del feminismo ha supuesto un proceso
largo, difícil y -malentendido a veces- que no pretendemos ahora desgranar.
Proceso que culminó en diversos lugares del planeta con modificaciones,
derogaciones de leyes e implantación de otras nuevas que suponen -en teoría-
una nueva igualdad política de derechos y de deberes para las mujeres. Aunque,
desgraciadamente, esta igualad no se ha extendido por todos los países. Y en
los que se ha implantado, tampoco se cumplen las leyes con estricción. En la
práctica, sigue existiendo un machismo de difícil erradicación, que se demuestra
en la realidad cotidiana.
Además se ha creado una reticencia dentro de la sociedad al asimilar el termino “feminismo” al de “machismo”, como
si fueran las dos caras de una misma moneda. Cuando no es así. El feminismo es
una ideología que pretende conseguir igualdades sociales y laborales para las
mujeres. En cambio, el machismo es una actitud
prepotente que tienen algunos hombres, a través de un conjunto de prácticas,
comportamientos o palabras, que resultan ofensivos para el género femenino. Aunque
grupos feministas minoritarios hayan caído a veces en actitudes sexistas, éstas
no pueden generalizarse en absoluto ni provocar confusión entre ambos términos.
¿Qué pueden entonces aportar las mujeres a una
sociedad nueva? Las mujeres constituyen la mitad o algo más de la
población mundial. Aunque solo fuera por el número de ellas, seguro que contribuirían
con algo novedoso. Y así lo están haciendo
y demostrando, desde hace algún tiempo, en la esfera pública y en el ámbito de
la denuncia y de la crítica. No podemos dejar de citar a las escritoras Naomi
Klein, Susan George,
Noreena Hertz, Susan Sontag
o Arunrdhati Roy como impulsoras de un mundo mejor. Y por supuesto a Eleanora
Roosvelt, quien tuvo un papel fundamental en la firma de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos. Todas ellas, feministas.
Lo que queremos dejar claro es que las mujeres
han sido invisibles durante siglos y han estado demasiado tiempo en silencio. Y
ahora poseen la energía y predisposición necesarias para contribuir a un cambio
de modelo de sociedad, efectivo y real, en el que el feminismo tenga cabida.
Donde se sientan partícipes y reconocidas, al colaborar como mujeres, en
igualdad, junto con sus compañeros, los hombres.
Su
situación es privilegiada por su relación íntima y práctica con la vida diaria,
sus experiencias vitales, urgencias y cuidados, arraigados hábitos de preservación de
la vida y otras potencialidades creativas de apego a la realidad que todavía
hoy en día no han encontrado forma de expresarse plenamente en el ámbito de lo
público. Para exponer algunos ejemplos nos
podemos referir al trabajo que en muchas partes del mundo (y en zonas muy
desfavorecidas), grupos de mujeres incansables
realizan contra las guerras, a favor de sus propios derechos o de los de la
infancia. O la continuada lucha como madres, oponiéndose a que sus hijos maten
o mueran o desaparezcan. Muestras, todas ellas, de su enorme humanidad.
Todo ello nos impulsa a decir que, para la construcción de una sociedad
como la que deseamos, humanista, libre e igualitaria, necesitamos a las mujeres
dentro del feminismo, como motor de colaboración. Estamos en contra del
desprecio o del maltrato que otorga el poder de un sexo sobre el otro, sea éste
el que fuere. La igualdad real en lo laboral, la simetría, dentro de las
diferencias obvias y saludables, en las relaciones interpersonales y un
equilibrio sano, posibilitador de intercambios afectivos e intelectuales entre
las distintas personas, de distinto o igual sexo, raza, creencia, cultura o
edad, son elementos que incluimos como necesarios.
Fotos : Plácido López