jueves, 24 de noviembre de 2011

Rajoy. Los mercados financieros y los mercados tradicionales, diferencias, analogías y otras consideraciones.


Si antiguamente un mercado era un lugar en la ciudad donde uno se aprovisionaba de alimentos variados (verduras, carnes, despojos, frutas o ultramarinos), actualmente ya no es un lugar si no una nube global y virtual donde se venden y compran valores. Los valores son como los alimentos, pero en vez de alimentar al cuerpo o al espíritu (como lo hace el chocolate, por ejemplo), alimentan la codicia que como su nombre indica, es insaciable.


Si los ciudadanos de a pie caminaban felices -en otros tiempos- por los mercados tradicionales en busca de su ansiada comida, los inversores se comunican con unos terceros en discordia, llamados brokers. Estos últimos son los que compran, venden, especulan y hacen operaciones sin fin para su beneficio propio y el de sus clientes. Los grandes inversores, seres invisibles que dominan la Tierra, como antes lo hacían Reyes y Príncipes, poseen algo muy importante además de dinero (también llamada pasta). Poseen PODER. O por decirlo de otra manera, ellos son el PODER.


Tanto es así que cuando algún pueblo democrático celebra unas elecciones, tal como ha pasado recientemente en España, el nuevo presidente elegido, después de dirigirse al pueblo por última vez (no lo volverá a hacer hasta los siguientes comicios) se encierra en su despacho a reflexionar. Y reflexiona, sí, en función de los telegramas, correos electrónicos y llamadas que recibe de los súbditos incondicionales del PODER. 

En este caso, unos y otros, presionan a Rajoy. Con lo cansado que tiene que estar después de tanto trajín… Y tal como lo hace la agencia de calificación Fitch, se permiten señalar lo siguiente (ayer venía en la primera página del Diario El País): “Debe de sorprender positivamente a los inversores con un ambicioso programa de reformas estructurales (léase recortes) y fiscales”. 

Y digo yo: “¿Los ciudadanos pintamos algo en todo esto?”

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Los ciudadanos podríamos comprar la deuda pública que sostiene este sistema, como hacen en Japón, pero preferimos que la compren los insaciables inversores para luego poder criticarles.

Anónimo dijo...

A tenor de tu última frase, ¿los que han votado al PP no tienen derecho a ser considerados ciudadanos?

Cristina García-Rosales dijo...

Gracias por tu comentario, aunque prefiero las aportaciones firmadas. ¡Claro que considero ciudadanos a los votantes del PP! Lo que me preguntaba era que sí los mercados e inversores son los que dan sugerencias al nuevo presidente electo, los que mandan son ellos ¿no es así? Entonces, ¡que papel más torpe juega la ciudanía al servicio de los mercados!