El amor entre las personas no lo podemos definir, aunque queramos.
Por supuesto que podemos amar al género humano en su conjunto y luchar dentro
de nuestras posibilidades para construir un mundo mejor. Amamos la profesión
que hemos elegido a través de la cual intentamos que se materialice el
sentimiento de solidaridad o de justicia que perseguimos; también los lugares
donde hemos pasado buenos momentos, fundamentalmente los de la infancia. Se
puede amar un libro o una película que nos hayan dejado infinitud de
sensaciones o –por supuesto- a los
animales que nos acompañan y sienten.
Pero nada hay más hermoso que amar a los que están próximos.
Hermoso, complicado, y a veces difícil y sacrificado, pues cuando es verdadero
el sentimiento, das, ofreces y no esperas nada a cambio. Esto se puede entender
muy bien en el amor de los padres hacia los hijos, siempre y cuando no sea
egoísta, hiper-protector o interesado. ¡Que complicado! Porque aún siendo puro
el sentimiento, inevitablemente está lastrado con nuestras propias miserias y
mezquindades. No lo podemos evitar. Y
quien diga lo contrario, no está diciendo toda la verdad.
Los seres humanos
somos muy complejos. Esta es una obviedad. Creo que nos deberían enseñar a amar para saber y poder encontrar en los pequeños
detalles, fuerza para continuar. Porque cuando amas a un bebé desvalido, te
reconforta su sonrisa. Cuando amas a una persona anciana, que sabes que su
tiempo es corto, procuras olvidar hasta la sonrisa gratificante…¡pero qué
hermosa es cuando aparece!
Hace unos días ha fallecido una persona anciana muy querida
a la que tuve el privilegio de ayudar a asear, preparándola, sin yo saberlo,
para su último viaje. Ese que –inevitablemente- debía de realizar sola. No fui consciente en ese momento, pero no lo puedo olvidar. Tengo necesidad de
expresarlo con palabras, porque esa fue nuestra despedida. Allí donde estés,
querida amiga, madre, luchadora, mujer sabia, prudente e inteligente, amorosa y
delicada: te sigo queriendo. ¡Hasta siempre!
3 comentarios:
Simplemente: maravilloso.
Hago mías tus palabras,en cuanto acabo de vivir esa experiencia.
Es un placer leerte.
Gracias, Placido. Un beso
Yo sigo viniendo, aunque tú no lo sepas, o yo no lo diga...
Te dejo un abrazo agradecido.
Mario
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