lunes, 22 de marzo de 2010

IDEA


Buscar una Idea, bucear en una Idea, tenerla, llevarla a cabo –después de haberla descubierto-,  ahondar en ella hasta llegar a colmar lo que andamos buscando, arrastrarnos hasta el borde del precipicio prendidos entre los jirones de la Idea... Eso es lo que muchas veces hacemos para intentar detener el tiempo, paralizarlo... y con la lectura de un poema o con el hallazgo de un o de una poeta –por ejemplo-, o de un país, o de un vuelo, o de un proyecto, o de aquella sutil transparencia  encontrada al atardecer frente a un paisaje, o al acurrucarse entre las plumas de oca de un edredón, o en un beso que dura lo que toda una noche dura, o dentro de una inacabada sinfonía, o  persiguiendo una fotografía capaz de detener una sonrisa entre esos rascacielos de la luz,  nos puede producir la sensación que lo hemos conseguido... Es una sensación falaz, el tiempo siempre gana la carrera en un inexorable camino hacia la nada. Pero esos instantes de plenitud, de creación o de vuelta a la inocencia, compensan las batallas perdidas. 


Idea Vilariño fue mujer, poeta y uruguaya. Conocí su nombre pocos días antes de la partida de Benedetti. Porque pocos días antes, ella se adelantó. Al cabo de un tiempo, compré un poemario suyo:  Vuelo ciego. Y en vuelo ciego, pero con los ojos bien abiertos, planeando entre la oscuridad sin corrientes de aire caliente que produjeran turbulencias, leí. Y conocí a una dama que, según su prologuista, intensidad es la palabra que mejor la define. Que escribe para ella o para nadie, escribe como todos, por necesidad de trascender, de expulsar a borbotones sus propios pensamientos de angustia, de perplejidad, de cansancio, de felicidad, de sufrimiento, de espera o de muerte... de plenitud erótica. Y ¿qué podemos esperar de una uruguaya rebelde con una Idea por nombre y con hermanos a los que su padre –poeta y anarquista- llamó Azul y Numen -a los varones- y Alma y Poema a sus dos hermanas?

Volemos este vuelo junto a ella, adentrémonos entre las nubes de su audacia musical, austera y esencial, con este hermoso y vital poema inicial y ese otro terrible y triste, final:

“Sabés / dijiste/ nunca / nunca / fui tan feliz como esta noche. / Nunca. Y me lo dijiste / en el mismo momento / en que yo decidía no decirte / sabés / seguramente me engaño / pero creo / pero ésta me parece/ la noche más hermosa de mi vida.”

“Ya no será / ya no / no viviré contigo / no criaré a tu hijo / no coseré tu ropa / no te tendré de noche / no te besaré al irme / nunca sabrás quién fui / por qué me amaron otros. / No llegaré a saber/ por qué ni cómo nunca / no si era de verdad / lo que dijiste que era / ni quién fuiste / ni qué fui para ti / ni cómo hubiera sido / vivir juntos / querernos / esperarnos / estar. / Ya no soy más que yo / para siempre y tú/ ya / no serás para mí/ más que tú. Ya no estás / en un día futuro / no sabré donde vives / con quién/ y si te acuerdas. / No me abrazarás nunca / como esa noche/ nunca . / No volveré a tocarte. / No te veré morir.”

1 comentario:

Mª Pilar dijo...

Comparación

Como en la playa virgen
dobla el viento
el leve junco verde
que dibuja
un delicado círculo en la arena
así en mí
tu recuerdo.

Idea Vilariño.

Conocí a esta escritora por medio de una amiga mía uruguaya, de nombre Aroma, en honor a ese arbol ensalzado por Atahualpa Yupanki, y aprendí a quererla a través de sus versos.
Me ha gustado verla en tu blog.

Un beso Cris

Pili