Parece una perogrullada esta pregunta, pero veremos que no lo es tanto. La vivienda, morada o habitación, es aquel espacio físico, generalmente un edificio, cuya principal razón de ser será la de ofrecer refugio y descanso, gracias a las habitaciones que ostenta en su interior, a las personas y a todo lo que ellas traerán consigo, como son sus enseres y propiedades personales. Esta definición, encontrada en Internet, me ha proporcionado muchas claves.
La primera: la casa es un espacio físico
Está dentro de un edificio (generalmente). También podría estar dentro de una tienda, de una cabaña, de una cueva, o incluso bajo tierra.
Ofrece refugio, es decir cobija y acoge a las personas y a sus objetos.
Evidentemente la vivienda es mucho más. Y ya lo he comentado en algún otro post. Es aquel lugar intangible que forma parte del ser humano como una extensión de sí. Que sirve para muchas cosas: Para descansar, para pensar, para recibir, (algunos, para ostentar), para charlar, para leer, para crear, para amar, para mirar (por la ventana a veces), para estudiar, educar, sentirse cómodo, gandulear, lavarse y acicalarse, decorar, cocinar, ordenar, desordenar, escuchar música o el canto de los pájaros, no hacer nada, hacer de tu capa un sayo, lamerse las heridas, llorar, reír, telefonear, estar ausente, estar activo, almacenar... y tantos infinitivos que se relacionan con el hecho de SER.
Por eso -y sin querer entrar en la historia de las viviendas a lo largo de los siglos en diferentes culturas- me cuestiono la pregunta arriba esbozada. Y me digo ¿no será qué en general estamos copiando tipos (léase tipologías) de otros momentos que no del actual? ¿no será qué por mucha experimentación (nunca es demasiada) que se haga, seguimos construyendo cómo los sumerios, a base de LADRILLOS; cómo los vanguardistas del movimiento moderno después de las guerras mundiales, a base de MÍNIMOS; cómo los individuos del siglo XIX que diseñaban enormes palacios llenos de ESTANCIAS, o cómo en la época del franquismo con la distribución al uso: salón-estar frente a la TV (para aborregarse mejor), cocina diminuta, terraza poco utilizable en climas como el de Madrid, y habitaciones donde no cabe un alfiler si se le tira (según me sugirió un “estupendo” promotor)?
¿Y las nuevas familias emergentes? ¿qué pasa con los mayores que viven solos y no pueden valerse por sí mismos? ¿y con los “nuevos abuelos” (como tantos de mi generación)? ¿y con los jóvenes, parejas sin hijos, hijos sin uno de sus progenitores, amigos que comparten piso? ¿y cómo compaginar el trabajo desde casa? ¿y cómo compartir “independencia e intimidad” (Humboldt dixit) en las nuevas relaciones, en 45 m2? ¿por qué vivimos tan lejos del nivel de tierra? ¿por qué no participamos en las decisiones de diseño de nuestra propia casa? ¿por qué no se saludan a los vecinos, no se comparten espacios comunitarios, no se intentan hacer comunes ciertos trabajos domésticos como lavar la ropa, tender o cuidar a los retoños? ¿por qué un edificio residencial a veces parece todo menos eso? ¿una cárcel, un diplodocus, un agujereado donuts, una colmena, una escultura, un rompecabezas o una simple horterada en la mayor parte de los casos? ¿por qué una casa no puede hacerse a base de buena arquitectura y tener además imagen de "casa"? ¿por qué no podemos urbanizar las terrazas superiores? ¿por qué no podemos aspirar a una vivienda digna en el SXXI?
¿Por qué una casa lo ha de ser para toda la vida?
2 comentarios:
Enhorabuena por reflexionar...ante todo eso.
Es sano y deseable que empecemos por pararnos y pensar sobre lo que en los últimos 25 ó 30 años hemos venido haciendo en cuestiones de tanta trascendencia como la concepción de la vivienda y el lugar que ocupa dentro de las prioridades -que no metas- de cualquier individuo.
Sin embargo, creo que aparte de un tratamiento en exceso comercial -o comercialización- de la misma, existe otro problema gravemente instalado en esta sociedad de este país...
Se trata de la necesidad imperiosa de acceder a una vivienda (en el caso de que se pueda, claro está)únicamente por la vía de títulos de propiedad, es decir; comprando e hipotecándose a futuro. Generalmente un futuro incierto y muy largo.
Cuando asientas los cimientos de tu vida sobre arenas movedizas como las que comento, el resultado puede ser verdaderamente desastroso.
Pero, sin instalarme en una única visión postrera y catastrofista, creo que existen soluciones a este mal. Evidentemente, difíciles para quienes ya hayan decidido sobre su vida, pero posibles para quien todavía no lo hayan hecho...Algunas de esas preguntas plantean la posibilidad de dar soluciones a los problemas que, actualmente, se manifiestan. No sólo es cuestión de tipologías, que también, sino de que la vivienda se convierta en ese espacio habitable personal y personalizado en el que puedas ser...como así apuntas.
En fin, mi enhorabuena por tan gratas y claras reflexiones sobre un asunto, el que nos ocupa, que tiene tanta importancia para el desarrollo vital de cualquier persona.
Un saludo.
Gracias por tu aportación desde Benavente, que está cerca de mi agujero leonés... Cierto, muy cierto lo que dices. No es de recibo que jóvenes, medianos, maduros y mayores tengan que hipotecarse toda una vida para conseguir un bien en propiedad. ¿El máximo bien?: una vivienda. Habría muchas fórmulas intermedias, entre ellas el alquiler. Pero se me hacen muy escasas esas dos opciones, comprar o alquilar. Se me ocurre una sobre la marcha: intercambiar casas. Lo mismo que se intercambian trabajos, lugares de vacaciones, habilidades... To me pido la casa Ugalde por una temporada, y luego la Hill House de Mackintosh. Es una broma, pero... Gracias por tu comentario
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