Es interesante observar como ha cambiado la manera de
relacionarnos de un tiempo a esta parte. Me refiero a través
de las redes sociales, gracias al uso de Internet. Y concretamente gracias a Facebook o Twitter.
Y no lo digo exclusivamente por el hecho de poder hacernos
amigos de aquellas personas que no conocemos, aunque sí conozcamos a
algunos de sus amigos -lo que ya nos dice
bastante-, y hace muy probable que tengamos intereses o gustos comunes.
Sino porque, después de aceptar su amistad virtual (en Twittter
ni eso, nos “siguen” sin tan siquiera pedirnos permiso), podamos ver sus fotos
personales o profesionales, sus recetas si les gusta la cocina, sus obras de
arquitectura recientes o favoritas (en el caso de que les guste la arquitectura),
sus frases particulares o las que copien a otros, identificándose con ellas, sus
chistes, intereses políticos, días bajos
o altos, sus poemas o miserias y todo lo que estas personas deseen COMPARTIR y
difundir.
PLAZA DE LA CEBADA
Porque la clave está en compartir. Solos delante de nuestro
ordenador, en la playa, campo o despacho, brujuleamos por la red, hacemos
fotografías con nuestro móvil, leemos un artículo que nos hace pensar y
reflexionar sobre lo que está cayendo o vemos un documental interesante. Una
vez terminado, nos dan deseos de compartirlo con nuestros amigos o conocidos. Y
así lo hacemos. Y nos gusta que a ellos les guste, que nos den un clic en ese
botón llamado “me gusta”, que lean nuestro blog, que lo twiteen o compartan- a su vez- con
otros amigos. Que hagan un comentario. Y así, poco a poco, el mundo sigue
girando… Sin censuras, jerarquías ni manipulaciones. De forma horizontal y
transversal, se extiende la vida a través de la red.
El individualismo tiende a estar de capa caída.
Nos han educado en valores individuales, de autonomía, autosuficiencia y
competencia. Pero nuestra sociedad, poco a poco, está cambiando de criterio,
encaminándose hacia la participación colectiva, primero en las redes –que
enredan y unen- y luego en la vida real. Que afortunadamente también une y
enreda.
Concretamente en arquitectura, colectivos
pluridisciplinales intentan dar un giro importante al endiosado y anquilosado
mundo de aquel arquitecto, siervo de las grandes inmobiliarias que han
destrozado el territorio y afeado y deshumanizado las urbes actuales. El paso de
la llamada web1.0 a la web 2.0 (de la pasividad a la participación) ha sido
crucial. Y ahora vemos que, gracias a las redes sociales, vamos tendiendo puentes,
compartiendo sueños, formas de ser y de hacer y sobre todo dignidad y VIDA. Sigamos compartiendo.
ARQUITECTURA PARA LOS PEQUEÑOS
JUANA CANET-PALMA DE MALLORCA
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