Acabamos de pasar en Madrid por una huelga de BASURA
en la que los recolectores han podido finalmente llegar a un acuerdo con las
Empresas. El acuerdo es favorable para los trabajadores, al menos ellos están contentos porque no
despiden a ninguno. Aunque si vemos algunas de las condiciones que han tenido
que asumir, son terribles. Entre ellas, una congelación de salarios hasta el
2017.
Pero no es eso de lo que hoy quería hablar, si no de
la BASURA. Estamos tan acostumbrados a ella que –además de la lógica
solidaridad ciudadana con los trabajadores-, hemos hecho la vista gorda a los
montones de porquería acumulada porque la BASURA ya forma parte de nuestro
paisaje urbano y vital.
BASURA son los contratos que tenemos que aceptar para
sobrevivir. Jóvenes, maduros y mayores.
BASURA es lo que recogen todas las noches madres de
familia, ancianos o ciudadanos en paro, de sus correspondientes cubos, para
poder comer.
BASURA es la contaminación que nos rodea, aspirando
todos, un aire putrefacto que sólo la lluvia puede lavar.
BASURA es la tasa municipal que pagamos para que se lleven
la idem.
BASURA también son nuestros gobernantes y nuestros
regidores. Encima no son reciclables ya que su ciclo de vida se agota en ellos
mismos, rodeados de prebendas, malas gestiones y absoluta incapacidad, así como
de una incultura profunda.
BASURA es tanto la TV autonómica como la estatal, con
telediarios BASURA y programas BASURA.
BASURA es la ciudad mal planificada que pretenden hacer. Por ejemplo, en la Puerta del Sol querían hacer una terraza con mesitas en el centro hasta que el Colegio de Arquitectos ha intervenido y ahora van a intentar hacer un proyecto participativo. ¿Por qué no la dejan como está?
BASURA es la ciudad mal planificada que han hecho,
durante los años de opulencia. La ciudad donde el derroche y del sinsentido, ha
sido la norma.
BASURA, en definitiva, somos todos, los que
indiferentes miramos hacia otro lado, tragándonos y consintiendo sin protestar,
la BASURA de los recortes sociales, la BASURA de la precariedad laboral y la BASURA de la marcha de
nuestros hijos a otros países en busca de otras oportunidades.
Dicho todo esto, sólo me queda gritar: ¡VIVA LA
BASURA!
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