domingo, 17 de noviembre de 2013

BASURA


Acabamos de pasar en Madrid por una huelga de BASURA en la que los recolectores han podido finalmente llegar a un acuerdo con las Empresas. El acuerdo es favorable para los trabajadores, al menos ellos están contentos porque no despiden a ninguno. Aunque si vemos algunas de las condiciones que han tenido que asumir, son terribles. Entre ellas, una congelación de salarios hasta el 2017.

Pero no es eso de lo que hoy quería hablar, si no de la BASURA. Estamos tan acostumbrados a ella que –además de la lógica solidaridad ciudadana con los trabajadores-, hemos hecho la vista gorda a los montones de porquería acumulada porque la BASURA ya forma parte de nuestro paisaje urbano y vital.


BASURA son los contratos que tenemos que aceptar para sobrevivir. Jóvenes, maduros y mayores.

BASURA es lo que recogen todas las noches madres de familia, ancianos o ciudadanos en paro, de sus correspondientes cubos, para poder comer.

BASURA es la contaminación que nos rodea, aspirando todos, un aire putrefacto que sólo la lluvia puede lavar.

BASURA es la tasa municipal que pagamos para que se lleven la idem.

BASURA también son nuestros gobernantes y nuestros regidores. Encima no son reciclables ya que su ciclo de vida se agota en ellos mismos, rodeados de prebendas, malas gestiones y absoluta incapacidad, así como de una incultura profunda.

BASURA es tanto la TV autonómica como la estatal, con telediarios BASURA y programas BASURA.


BASURA es la ciudad mal planificada que pretenden hacer. Por ejemplo, en la Puerta del Sol querían hacer una terraza con mesitas en el centro hasta que el Colegio de Arquitectos ha intervenido y ahora van a intentar hacer un proyecto participativo. ¿Por qué no la dejan como está?

BASURA es la ciudad mal planificada que han hecho, durante los años de opulencia. La ciudad donde el derroche y del sinsentido, ha sido la norma.

BASURA, en definitiva, somos todos, los que indiferentes miramos hacia otro lado, tragándonos y consintiendo sin protestar, la BASURA de los recortes sociales, la BASURA de la precariedad laboral y la BASURA de la marcha de nuestros hijos a otros países en busca de otras oportunidades.

Dicho todo esto, sólo me queda gritar: ¡VIVA LA BASURA!

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