jueves, 18 de agosto de 2011

Filosofando en la autopista

En verano solemos hacer trayectorias largas en coche desde nuestra residencia habitual hasta nuestro lugar de veraneo, buscando el frescor de la playa o de la montaña. El otro día me dirigía conduciendo camino del norte, cuando al llegar a un control de peaje, pregunté al operario: “Disculpe, me gustaría ir a San Sebastián y no sé cual es el camino…” (Hay un lío terrible de enlaces de autovías al llegar a Vitoria).


Me interrumpió bruscamente, aunque con amabilidad, para decirme: No me diga a dónde le gustaría ir, dígame por favor a dónde va”.

Aclarada la confusión y reconociendo mi imprecisión en el uso del lenguaje y la sutil ironía de su comentario, seguí mi camino, pensando en la razón que llevaba este buen hombre. Nos gustaría ir a muchos sitios pero ¿hacia dónde vamos?

Vivimos una época ya demasiado larga de incertidumbre y desasosiego. Y lo peor es que ni nosotros mismos sabemos cúal es el camino por el que vamos aunque sí cuál es el lugar al que nos gustaría llegar. Pero como bien dijo aquel individuo, no son la misma cosa.

Creo que somos muchos los que aspiramos a un mundo menos rígido que el actual tanto en la forma como en el fondo. Un mundo abierto en sus relaciones, igualitario en sus oportunidades, humanista en su concepción y transparente en la manera en la que nuestros dirigentes gestionen nuestros bienes sociales (sociales, digo, porque nos pertenecen por derecho propio).

¿Por qué entonces siguen los políticos estafándonos con sus corrupciones? Desde Brasil a la India, desde Ecuador a EEUU, ningún pueblo, incluido el nuestro, situado en una posición prioritaria de la fila, se libra de estas formas “normales y corrientes” de robo a mano armada al ciudadano. Como si la apropiación indebida y la mentira estuvieran ligadas al poder de forma inseparable.

Hoy mismo nos visita el Papa, convirtiendo Madrid con su llegada en un espacio para exaltación de una fe dentro de una religión que mueve montañas, no lo dudo, pero que sigue apropiándose de bienes comunes e impidiendo, por tanto, que se dirijan hacia lugares tan necesitados como actualmente lo es Somalia, por poner un ejemplo.

¿Es éste es el camino a seguir?


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