miércoles, 28 de septiembre de 2011

Las nuevas tecnologías e Internet


Tender y tejer redes de apoyo mutuo y de solidaridad no es algo nuevo. Tampoco lo es contar historias, conocer o aprender, escuchar, informar sobre lo que está ocurriendo o crear vínculos entre personas afines. A lo largo de la historia se han ido encontrado espacios y tiempos para entretejer estas actividades y muchas más. Actividades necesarias para que los seres humanos puedan vivir y convivir. Espacios y tiempos para el encuentro, la fiesta o el debate. Para lograr  acuerdos o librar batallas que permitan a la sociedad avanzar y transformarse. 


Los espacios públicos han sido –y siguen siendo- escenarios donde han ocurrido algunas de estas actividades mencionadas; lugares para el intercambio y para la relación cotidiana. Aunque en los últimos tiempos se han convertido, en parte, en escenarios para la incertidumbre.

 
Las nuevas tecnologías y el uso de Internet, han creado otro tipo de espacios y de tiempos que llamamos virtuales. Son intangibles, pero existen. Son las ciudades invisibles del siglo XXI (parafraseando a Ítalo Calvino), donde habita una ciudadanía vinculada a una nueva cultura: la digital. Una cultura, sin jerarquías ni clases, que se desarrolla y transforma según pasa el día. Y que ha generado una enorme diversidad de fuentes de información y de conocimiento, así como foros o plataformas interactivas que, según Juan Freire “recuperan un viejo debate sobre un concepto tan manipulado e importante como es el de la participación ciudadana”.
 

Las redes sociales y los blogs, participativos y activos, vinculan a los habitantes del planeta más allá de lo local, haciéndoles partícipes de un sentimiento de pertenencia común . Les dan alas para crear, palabras para escribir, voz para convocar, ojos para hacer guiños e imágenes para poder mostrar la realidad de lo que está ocurriendo aquí y ahora. Que, por cierto, es terrible.

No podemos por menos de estar más que próximos –inmersos- en las nuevas redes y tecnologías, porque van a ser ellas, muy probablemente, instrumentos  imprescindibles para un necesario cambio de paradigma social y global.

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