Trucos, chismes, peticiones y otras veleidades para épocas marchitas
Si tenemos en cuenta que durante
la fiesta de inauguración de la nueva Sede Colegial de Madrid, éramos
aproximadamente 3.000 arquitectos en paro, bebiendo como locos alcohol y
comiendo sushi (algunos se lo llevaban en bolsas de plástico para la cena de
los más pequeños...), si consideramos que la Empresa Constructora Cubiertas y Mazof
-según me han contado en el mayor de los secretos- ha dejado sus negocios en
nuestro país dirigiéndolos hacia lugares tan remotos como Australia o Los Emiratos
Árabes, si especulamos sobre cual es la salida profesional para los arquitectos
jóvenes, medianos, maduros y mayores para poder (intentar) seguir comiendo y
pagando la hipoteca o el alquiler, si además hemos leído (con horror) el libro
de Naomi Klein “La Estrategia del Shock” y por tanto sabemos lo que se nos
viene encima... Entonces, sólo nos resta pensar un cartel, involucrar a la
ciudadanía y a los más próximos colegas, y lanzarnos a la calle para ofertar
nuestro trabajo.
Mi cartel dice así:
Se ofrece arquitecta diseñadora
de dovelas para que no se caiga la luna. La clave en do mayor sostenido será la
pieza fundamental, como todos sabemos, construida en alabastro o en mármol
blanco de Almería, siendo, en este último caso, más económica.
También bordo
flores y sombrillas de colores para
colgar en balcones, tejados y mustias terrazas. Fabrico trajes espaciales a
medida para lugareños sin espacio. Escribo recetas repletas de normativas,
todas ellas de obligado cumplimiento. Me he especializado, al cabo de diez mil
inútiles visitas a distintas ECLUS de la capital, en conseguir licencias a
media medida para locales, especialmente para bares y lupanares. La palabra lupanar
me gusta especialmente por estar entre las, tan útiles para la vista, lupas y
los hermosos lunares flamencos.
Reciclo botellas, tetra-briks, latas de
conserva bien conservadas, cartones donde duermen los sin techo, rollos de
papel higiénico semi-nuevos y envases envasados. Con todo ello y algo de
destreza, y siempre con la ayuda inestimable de compañeros /as, puedo diseñar y construir edificantes
edificios de baja ralea. Para colocar en parques, ferias de ganado o acampadas
de indignados; me los están quitando de las manos -¡oiga!- con lo que se
prepara para la primavera.
Si todo esto fuera poco, soy
capaz de hilar muy fino siempre que me enhebren las agujas, de lo que me
considero incapaz. Me invento hilos conductores de exposiciones sin expositores,
hago, no sé cómo, que me reciban (y me contesten) personas de diferentes
medios y enteros, soy capaz de no perder la sonrisa ni en los momentos peores
de la llamada crisis, que no es tal, como todos sabemos, sino el sistema.
Me subo y bajo de andamios sin
caerme y sin mis gafas de cerca lo que tiene más mérito, hablo y me entiendo
con poceros, con pintores, gruístas, electricistas y fontaneros, que me
consideran como uno más. Llevo unos cien mil años en este hermoso oficio y creo
que nunca he tenido una bronca en una obra, utilizo el Autocad 20500 y trabajo
en 5 dimensiones, ni una menos.
Mido no mucho, soy algo bajita me dicen, pero
en un presupuesto llego hasta el punto de calibrar los latiguillos de los
monomandos. Incluso soy capaz de dar conferencias en inglés y suajili sobre la
arquitectura, el paisajismo, el género femenino y masculino y el lugar... y
aunque soy de carácter pacífico últimamente estoy algo estresada.
Por ello espero sepan
comprenderme y animarme en esta singular búsqueda del diseño de una casita de hormiga, compañera, que llevarme a la boca. La casa, no la hormiga. Muchas gracias por su atención.