viernes, 9 de marzo de 2012

OFERTA DE TRABAJO DE UNA ARQUITECTA


Trucos, chismes, peticiones y otras veleidades para épocas marchitas

Si tenemos en cuenta que durante la fiesta de inauguración de la nueva Sede Colegial de Madrid, éramos aproximadamente 3.000 arquitectos en paro, bebiendo como locos alcohol y comiendo sushi (algunos se lo llevaban en bolsas de plástico para la cena de los más pequeños...), si consideramos  que la Empresa Constructora Cubiertas y Mazof -según me han contado en el mayor de los secretos- ha dejado sus negocios en nuestro país dirigiéndolos hacia lugares tan remotos como Australia o Los Emiratos Árabes, si especulamos sobre cual es la salida profesional para los arquitectos jóvenes, medianos, maduros y mayores para poder (intentar) seguir comiendo y pagando la hipoteca o el alquiler, si además hemos leído (con horror) el libro de Naomi Klein “La Estrategia del Shock” y por tanto sabemos lo que se nos viene encima... Entonces, sólo nos resta pensar un cartel, involucrar a la ciudadanía y a los más próximos colegas, y lanzarnos a la calle para ofertar nuestro trabajo.

Mi cartel dice así:

Se ofrece arquitecta diseñadora de dovelas para que no se caiga la luna. La clave en do mayor sostenido será la pieza fundamental, como todos sabemos, construida en alabastro o en mármol blanco de Almería, siendo, en este último caso, más económica. 




También bordo flores  y sombrillas de colores para colgar en balcones, tejados y mustias terrazas. Fabrico trajes espaciales a medida para lugareños sin espacio. Escribo recetas repletas de normativas, todas ellas de obligado cumplimiento. Me he especializado, al cabo de diez mil inútiles visitas a distintas ECLUS de la capital, en conseguir licencias a media medida para locales, especialmente para bares y lupanares. La palabra lupanar me gusta especialmente por estar entre las, tan útiles para la vista, lupas y los hermosos lunares flamencos. 



Reciclo botellas, tetra-briks, latas de conserva bien conservadas, cartones donde duermen los sin techo, rollos de papel higiénico semi-nuevos y envases envasados. Con todo ello y algo de destreza, y siempre con la ayuda inestimable de compañeros /as,  puedo diseñar y construir edificantes edificios de baja ralea. Para colocar en parques, ferias de ganado o acampadas de indignados; me los están quitando de las manos -¡oiga!- con lo que se prepara para la primavera.

Si todo esto fuera poco, soy capaz de hilar muy fino siempre que me enhebren las agujas, de lo que me considero incapaz. Me invento hilos conductores de exposiciones sin expositores, hago, no sé cómo, que me reciban (y me contesten) personas de diferentes medios y enteros, soy capaz de no perder la sonrisa ni en los momentos peores de la llamada crisis, que no es tal, como todos sabemos, sino el sistema. 


Me subo y bajo de andamios sin caerme y sin mis gafas de cerca lo que tiene más mérito, hablo y me entiendo con poceros, con pintores, gruístas, electricistas y fontaneros, que me consideran como uno más. Llevo unos cien mil años en este hermoso oficio y creo que nunca he tenido una bronca en una obra, utilizo el Autocad 20500 y trabajo en 5 dimensiones, ni una menos.

Mido no mucho, soy algo bajita me dicen, pero en un presupuesto llego hasta el punto de calibrar los latiguillos de los monomandos. Incluso soy capaz de dar conferencias en inglés y suajili sobre la arquitectura, el paisajismo, el género femenino y masculino y el lugar... y aunque soy de carácter pacífico últimamente estoy algo estresada.

Por ello espero sepan comprenderme y animarme en esta singular búsqueda del diseño de una casita de hormiga, compañera, que llevarme a la boca. La casa, no la hormiga. Muchas gracias por su atención.