sábado, 29 de septiembre de 2012

LA MAYORÍA SILENCIOSA... Y su transformación en mayoría con uso pleno de la palabra


LA MAYORÍA SILENCIOSA permanecía en silencio en el país de los grandes contrastes y de las bipolaridades políticas. Un país donde la Democracia sólo era un nombre sin significado.. Antaño lo tenía, era muy hermoso y algo por lo que había que apostar en contra de las dictaduras, ahora apenas era una palabra escrita en una vetusta hoja de papel...

LA MAYORÍA SILENCIOSA se sentía desgraciada, aunque se distraía en sus innumerables trayectos y trabajos alienantes, mirando por la ventana o haciendo sumas, restas y multiplicaciones, que le daba de comer.


LA MAYORÍA SILENCIOSA tocaba las palmas en las fiestas de su pueblo, masacrando toros, tirando cabras desde los campanarios o asistiendo a crueles luchas entre gallos.

LA MAYORÍA SILENCIOSA asistía petrificada a la debilidad de sus políticos, esperando que ellos lo arreglaran todo y sólamente se permitía alguna crítica en la barra del bar de la esquina, mientras se emborrachaba los fines de semana.

LA MAYORÍA SILENCIOSA era como un rebaño de ovejas o corderos caminando plácidamente hacia el matadero, mientras se tragaba los debates en la TV, consumía productos que no necesitaba o pegaba a sus mujeres hasta la muerte, mujeres que en silencio se dejaban maltratar... hasta morir o morir de pena, que viene a ser lo mismo.

LA MAYORÍA SILENCIOSA miraba para otro lado cuando oía hablar de África (que no es un país, si no un Continente) y donde la esperanza de vida es de 55 años o menos (según las zonas), cuando veía a los emigrantes subidos a los andamios, o cuando un subsahariano intentaba venderle la farola, para subsistir.


PERO UN DÍA, un terrible día, LA MAYORÍA SILENCIOSA, dejó de serlo cuando una voz en el Hemiciclo la increpó con un insulto terrible: "¡hijos de puta!", palabras que todos escucharon, mientras una voz en off desgranaba –uno a uno- los terribles recortes sociales…

Las putas se sublevaron y gritaron al unísono: ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOO!!!!


Las personas de a pie comenzaron a movilizarse, los escritores a escribir panfletos, los estudiantes a alzar sus manos en son de paz y los cantantes recordaron viejas canciones del tiempo de la dictadura.


Fue entonces cuando las mujeres comenzaron a denunciar a sus maltratadores, los profesores a impartir enseñanzas verdaderas a sus alumnos y los médicos se declararon objetores de conciencia y se pusieron a atender a los sin papeles.

Las manifestaciones llenaron las calles y todos querían salir a decir: ¡basta ya! Su límite había tocado fondo, y ellos comenzaron a tomar conciencia cierta de haber sido engañados, estafados, manipulados y adormecidos con astutos cánticos de sirena.

LA MAYORÍA SILENCIOSA dejó de serlo y se convirtió por arte de birlibirloque en una MAYORÍA EN USO DE SU PALABRA. Aunque, tardíamente, fueron alabados por gobernantes y políticos sin escrúpulos, para que permanecieran en silencio. Pero ya era tarde.

El sol se iba poniendo tras las siluetas de los rascacielos de la ciudad y esa MAYORIA, en adelante parlante, descubrió que un cambio de ciclo estaba a punto de comenzar. Dejaron de tener miedo y comenzaron a llenar las calles de miles de panfletos voladores que se dispersaron por la urbe, entre las hojas del otoño, en forma de millones de palomas de la paz.


En todas ellas se leía una sola frase: NOS QUEDA LA PALABRA…




1 comentario:

Mario dijo...

Me sigue apeteciendo, no te creas, visitar tu espacio. Parece que no tenga que ser así, pero sí, aquí me tienes, leyendo y disfrutando. Creo que esta vez estoy más cerca de ti. Quizá por lo leído, quizá por lo visto, lo visto... Tus imágenes... Estás, ahora, menos angular, menos lineal, más en la carne y en los huesos de la sangre de las palabras.

Eso, como suele suceder, es un placer.

Gracias por este rato.

Un abrazo

Mario