Esta mañana coloqué burletes en
las rendijas de mis ventanales que, dando al norte, dejaban pasar un frío
helador en este gélido invierno madrileño, a pesar de estar arropada por
multitudes que a diario pasan cerca de mi casa, cerca de Sol. Pero... ¿cómo
poner burletes a las rendijas de mi alma por donde se cuelan las más heladas
noticias de este año que termina? Entre las cuales está el fracaso de la cumbre
de Copenhague o la terrible y desesperanzadora noticia que dice siguen aumentando
–se ha llegado a mil millones- las personas que pasan hambre en el
mundo, sin que se esté haciendo nada importante (salvo honrosísimas
excepciones) para remediarlo.
¿Qué hacer ante tanta desolación?
Lo primero es actuar, denunciar, participar... y luego continuar en la
lucha diaria sin perder la sonrisa.
Firmín es una novela tierna que
ayuda a esto último. Nunca acabaré de entender cuales son los ingredientes que
ha de tener una novela para ser best-seller. ¿Larga o cortita? ¿fácil
de leer o todo lo contrario? ¿banal o profunda y reflexiva? Aunque en general
los best seller me producen dolor de tripa y malestar general, hay algunos
con los que, curiosamente, me llevo muy bien, entre los que se encuentra "Seda"
de A. Baricco y el que hoy nos ocupa.
Firmín es la historia de una
rata, escrita (o, digamos, pensada) por ella misma. Es decir, escrita en primera
persona. Una rata tierna, inteligente y ávida lectora que se relaciona con los
humanos -como uno más- a un nivel afectivo e intelectual y que ha aprendido lo
que sabe observando a la gente, leyendo todos los libros que caían entre sus
pezuñitas (primero hay que decir que se los comía) ya que pasó su corta
infancia y parte de su vida en una
tienda de libros. La otra parte la vivió en compañía de un escritor -Jerry- al
que deleitaba interpretando jazz con su pequeño piano de juguete y al que nunca
ocultó su capacidad lectora.
La novela es triste tal como la vida misma y no quisiera parecer pedante al calificarla como metáfora de la existencia. Firmín nace y vive su infancia feliz, a pesar de los sinsabores y dificultades incluso para encontrar comida; se desarrolla y disfruta de su juventud y madurez con humor y enorme capacidad introspectiva y de ocio (son épicas sus escapadas al cine Rialto a comer palomitas y a ver en sesión nocturna a Ginger Rogers o a cualquiera de otras mujeres que califica como ángeles o diosas) y pasa sus últimos días en enorme confusión al ver que, lo que creía su mundo, se está desmoronando.
Alegre a ratos, depresiva a
otros, animosa o reconcentrada, deseosa de comunicar y de sentir en compañía,
pero ávida de soledad y de vida interior. De leer buenos libros y escuchar
buena música. Esta es nuestra rata (o rato, porque es chico), Firmín.
Indentificarse es fácil sobre todo después de unos monólogos como éste:
“Siempre creo que todo va a durar
para siempre, pero nada dura para siempre. De hecho nada existe más allá del
instante, salvo las cosas que retenemos en la memoria. Yo siempre intento
retenerlo todo –prefiero la muerte al olvido- . Y así
es la vida. No hay modo de encontrarle sentido.”
12 comentarios:
Me gustaría que el año nuevo nos trajera mucha luz, para todos, y para tí especialmente toda la alegría, el amor y la paz que seas capaz de disfrutar.
A los señores que gobiernan les pediría que lo hicieran desde el corazón y seguro que todo iría mucho mejor.
Lunita sé muy feliz.
Con mucho amor, Sina
Aterrizo por primera vez en tu espacio, por si no me reconoces soy la nieve que cae en el sofá.
Te seguiré y comentaré. Aquí puedes explayarte y dar rienda suelta a tu estilo inconfundible.
Felices sueños para vosotras, Sina y Nieves, y para todos...
Contigo aprendí a no tener vergüenza a escribir; a no tener reparos al expresar; a dejar el corazón abierto al teclear; a tenerte en mi mente al discurrir.... Pero sobre todo, a mostrarme impaciente por sentir cada nuevo de tus escritos. José.
Lo tengo entre manos, ya te contaré :-) de momento me está gustando.
¡Un abrazo Cris!
A mí esto de los Best Sellers tampoco me impide disfrutar de vez en cuando de algún libro interesante, sin emitir prejuicios por su volumen de ventas entre el público, y si el autor los vende como rosquillas pués mejor para él...
Me gustó bastante Firmin, creo que contiene pasajes realmente deliciosos; por ponerle un pero (y no se si os ocurrió lo mismo) a mí se me hizo demasiado corto si tenemos en cuenta todo el potencial de su argumento.
Un beso, Cris.-
*Solucionado el problema que tenías, ya te enlazo para seguir pasando por aquí! Suerte y bienvenida al mundo blogero ;-)
Anónimo José: Me he quedado conmovida (más de lo que te imaginas)ante tu texto escrito desde el corazón, me alegro mucho de volver a "verte". Amigos ex-linkeros: sigamos compartiendo lecturas, encuentros y palabras.
Cris, que alegría saber de ti. Tener el privilegio de leerte, bálsamo de letras tuyas, es un aliciente para continuar leyendo en estos espacios del internet. Gracias por pasar y dejar huella de tu preocupación acerca de mi accidente. Volví a recaer con respecto a pronunciación del lenguaje, pero estructuro perfectamente bien las ideas y las puedo sin ningún problema expresar de manera escrita. Espero pronto estar mejor y comunicarme como antes, con la voz. Con ello creo que el verdadero placer, no radica en que decimos si no en poder hablar. No radica en que vemos o escuchamos, si no en poder ver y escuchar. Así seríamos mas conscientes de nuestra gran fortuna.
Te dejo una sonrisa grande y mis mejores deseos para ti y tus hijas. Que tengan salud siempre y mucha paz interior. Ese es mi deseo para ti.
Un beso.
Raquel
ya tuve la oportunidad de comentarte esta entrada en el sofa y ahora estoy disfrutando de la lectura de Firmin e investigando un poco mas sobre su autor Sam Savage y coqueteando su nuevo libro : " El lamento del perezoso ".
Me encanto tu blog , como siempre tus letras enriquecen el intelecto .
¡ saludos !
Raquel y Néstor, de nuevo por estos espacios llenos de estrellas, seguiremos caminando. Gracias por vuestras sentidas y cariñosas palabras. ¡Un abrazo!
Gracias por pasarte por mi blog. Por dejar un puñado de palabras.
Vendré por aquí ahora que te sigo y puedo encontrar la senda de tus palabras.
Gracias, también, por seguirme.
Un abrazo.
A mi me pareció una lectua entrañable. Gracias por recordármela, Cris. Tú siempre tan atenta... Gracias.
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