Dentro del Madrid desconocido,
existe un edificio modernista o Art Nouveau, en una ciudad donde hay pocos de
este estilo, o al menos no tan conocidos como los de Barcelona. Entre ellos
está el Palacio de Longoria, reconvertido desde 1950 en la Sociedad General de Autores de España (la tan polémica SGAE), situada en la
calle Fernando VI.
Este pequeño edificio de viviendas se
encuentra en el nº 12 de una recoleta plaza -la de Matute-, casi un pequeño
ensanchamiento que une la Calle de las Huertas con Atocha, en pleno Barrio de
las Letras.
Está casi escondido, pero sus
detalles y su belleza nos hacen detenernos para admirar la puerta, los balcones
y los miradores con rejería de forja, las ondulaciones de la fachada o la cornisa.
E incluso, el portal o la escalera si tenemos suerte de poder entrar. Y qué decir de los interiores de
las grandes viviendas de 260 m2 (una por planta). Tiene 4 pisos y un local
comercial.
Posee un estilo modernista con toques belgas (nos puede
recordar en detalles al edificio Solvay en Bruselas) y a Victor Horta, empleando
motivos vegetales en la ornamentación, con una especial inclinación hacia a la
línea curva y a la asimetría en alzados y en plantas.
La fachada tiene los balcones a la derecha, que marcan
franjas horizontales, y a la izquierda un cuerpo de miradores, constituyendo la
verticalidad del conjunto. Acaban realzando la puerta de entrada. Los balcones se unen entre sí por medio de una base pétrea, con
ritmos cóncavos y convexos y un tratamiento distinto para cada planta. Este
ritmo ondulante se repite en los antepechos de hierro forjado de las
barandillas.
Las vidrieras, realizadas por la casa Mauméjean, situadas en las ventanas de la escalera y en
las puertas de las viviendas, son magníficas. También las pinturas al fresco de
las zonas comunes y, por supuesto, la espléndida barandilla de la escalera
principal que parece una réplica a la de
la Casa Solvay en Bruselas. Han desaparecido, desgraciadamente, el ascensor
original y el farol de la entrada.
La casa fue diseñada en 1906 por el arquitecto Eduardo Reynals Toledo
(1865-1916), autor entre otros del edificio de Gran Vía 16 donde en sus bajos se encuentra Chicote. Este edificio de la Plaza de Matute dio forma al encargo del ingeniero Enrique Pérez Villamil, del que toma el nombre.
La Comunidad de Madrid lo ha declarado Bien de
Interés Cultural (BIC) en calidad de monumento, lo que significa que cuenta
con el mayor grado de protección urbanística.
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